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sábado, 11 de abril de 2009

Llegó la hora de los superhéroes: King James

No me gusta caer en tópicos, pero hoy voy a recurrir a uno muy manido: la primavera la sangre altera. En los seres humanos ordinarios se desatan las hormonas con el calor, pero los seres superiores afrontan la última subida a la montaña, en la que deben superar a los villanos y a los fenómenos sobrenaturales para salvar el mundo y quedarse con la chica.
Lo mismo ocurre en la NBA. En abril llegan los playoffs, y la sangre de los jugadores extraordinarios fluye de manera diferente, su corazón bombea con mayor fuerza para desplegar sus superpoderes sobre el parquet. Llegó su momento. Los LeBron James, Kobe Bryant, Dwayne Wade, Dwight Howard, el Big Three de los Celtics, Brandon Roy, Tim Duncan, Deron Williams, Dirk Nowitzki... se visten con ropa ceñida y capa para ponerse su equipo a sus espaldas.
Es posible que la sangre más alterada sea la de LeBron James, al que apodan King, es decir, el rey. Y si se suele decir que los príncipes tienen sangre azul, la del Rey también debe ser diferente. Yo creo que la sangre de LeBron es distinta. Sólo así se puede comprender que un alero que pesa casi 115 kilos domine todas las facetas del juego, y haya sido capaz de llevar a un equipo de dinámica perdedora a unas finales de la NBA con 22 'tiernos' años, y que dos años después llevara a ese mismo equipo a ser el mejor de la regular season y convertirse, merecidamente (promediando 28 puntos, 7 rebotes y 7 asistencias), en el MVP más joven de la historia.
Los playoffs de 2007 serán siempre recordados por una súper hazaña, en la que este superhéroe acabó con sus propias manos con una tiranía, la de aquellos rácanos pero efectivos Pistons de los que hoy sólo queda una ligera sombra. Todo hacía presagiar que se repetiría la final de dos años antes, un tedioso Detroit - San Antonio, pero ahí llegó un joven adalid para conquistar el Palace de Auburn Hills. Ese día, LeBron James anotó los últimos 25 puntos de Cleveland, contando el último cuarto y las 2 prórrogas que, por supuesto, forzó él mismo. En aquel quinto partido de las finales del este, más que nunca, el Rey parecía tener súper poderes, los de derribar muros de acero y volar hacia la canasta por encima de la defensa más sólida de la NBA.
Los Spurs barrieron luego a los Cavaliers en las finales, pero no importó, ese año se demostró que los expertos no se equivocaron al designar al 23 de Cleveland como 'El Elegido'. Desde entonces, la franquicia de Ohio ha ido rodeando a su estrella de aguerridos combatientes, de fieles guerreros que secundan a la perfección la labor de su jefe. Y este verano, con la llegada de Mo Williams, por fin se ha encontrado la pieza que otorgase un salto de calidad a los Cavaliers. Dany Ferry encontró al escudero perfecto para que su equipo fuese lo suficientemente competitivo como para luchar de poder a poder contra un equipo del oeste en las finales de la NBA. A los Cavaliers ya sólo les falta un jugador interior que aporte más puntos en la pintura, y ya serán un equipo totalmente equilibrado.
Sin embargo, todos sabemos que a cada héroe le corresponde una debilidad. Conocemos la kriptonita de Superman, el talón de Aquiles... y la de LeBron este año ha sido Los Ángeles Lakers. El equipo de Kobe y Gasol es el único que no conoce la derrota ante los Cavaliers esta temporada, y, si se cumplen las expecativas, este mes de junio veremos una espectacular final entre estos dos equipos. Pero, para eso están las debilidades, si un héroe no es vulnerable a algo, pierde su gracia: sin debilidad no hay heroicidad. Por eso, LeBron y sus escuderos tratarán de escribir la enésima historia del superhéroe con final feliz, pero, esta vez sin salvar al mundo ni conquistar a la chica, sino para reinar en la NBA y conquistar el anillo de campeón.

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