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sábado, 4 de abril de 2009

Cuando la mejor opción es una retirada a tiempo...

"Prefiero retirarme que chupar banquillo". Son las duras palabras de un jugador que atraviesa sus peores momentos, un ídolo para muchos y centro de críticas para muchos otros. Pero de alguien que, sin duda, ha sido un jugador extraordinario. Se le conoce por ser uno de los mejores anotadores de la historia de la NBA, se le conoce por ser el MVP de menor estatura de todos los tiempos, se le conoce por sus trenzas y sus mangas, se le conoce como "the Answer"... se le conoce como Allen Iverson.
Ayer saltó la noticia en la NBA: Allen Iverson no volverá a jugar más con los Pistons y, lo que es más noticia aún, dijo que no le importaría retirarse porque está muy satisfecho con lo que ha hecho en su carrera. Y no es para menos. Desde el high school ya dio mucho que hablar, porque ya era una estrella... ¡¡de fútbol americano!! Los que hemos visto imágenes de Iverson jugando como quarterback podemos asegurar que no tenía mal futuro para ese deporte, del que llegó a ser MVP en la liga de institutos. Por cierto, muchos no conocen este dato, pero, ¿saben por qué Iverson no terminó sus años de instituto? 4 meses en prisión tuvieron la culpa de ello. De hecho, le condenaron a 15 años de cárcel por una pelea de blancos contra negros en una bolera.
Pero salió en sólo 4 meses, tiempo suficiente para ir a la universidad de Georgetown y dominar la NCAA desde sus escasos 183 centímetros de altura. Sus dos años en esta prestigiosa universidad no pasaron inadvertidos para los scouts de la NBA, y, cuando a Philadelphia le tocó el número 1 de la lotería del draft de 1996, se llevaron el gordo. Su elección estaba cantadísima. Llegaba a una franquicia en transición, y desde el primer momento cogió las riendas del equipo: lideró al equipo en minutos, puntos (¡23 por partido!) e incluso asistencias, logrando alzarse de forma abrumadora con el galardón de rookie del año. Pero si por algo se recuerda la temporada de novato de A.I., es por su descaro al jugar contra el que había sido su ídolo en la infancia, el incalificable Michael Jordan. El mejor jugador de todos los tiempos se quedó alucinado cuando Iverson le encaró y le hizo uno de sus famosos anklebreaker crossovers, para luego meter de media distancia (adjunto el vídeo al final del post). Ese día Iverson metió 44 puntos, y se ganó a pulso el respeto del gran Michael. Además, terminó esa temporada anotando más de 40 puntos en 8 partidos consecutivos, récord que, si ya es difícil de igualar por un veterano, imagínense el valor que tiene al haber sido realizado por un rookie.
Y a partir de ese año ya todos sabemos más o menos lo que pasó. Dejando a un lado problemas extradeportivos (¡llegó a intentar matar a su propio primo!), la carrera de Iverson en Philadelphia no deparó más que alegrías: 4 veces máximo anotador de la temporada, llevó a su equipo a unas finales, consiguió un MVP, presencia fija en los All Star... hasta que llegó Larry Brown. El controvertido actual entrenador de los Bobcats tuvo más de un rifi rafe con el jugador franquicia de Philadelphia, y ese constante tira y afloja no repercutió especialmente en los números de Iverson, pero sí en los del equipo, que ya nunca volvería a pasar una segunda ronda de playoffs. Desde entonces nada volvió a ser lo mismo en la ciudad del amor fraternal. Los sixers se convirtieron en una franquicia mediocre, liderada por un fuera de serie que pedía que le traspasaran a gritos, y finalmente lo consiguió.
En 2006 Iverson aterrizaba en las montañas de Colorado para jugar al lado de un ya consagrado Carmelo Anthony en los Denver Nuggets, eterno aspirante en los últimos años a combatir por un puesto en una final de la NBA. Sus números no fueron malos, y el equipo fue hacia arriba, pero es muy complicado gestionar un equipo con 2 estrellas exteriores y, personalmente, creo que Iverson se dio cuenta de que en Denver las cosas podían ir bien, pero le faltaba ese plus para ser un equipo competitivo. Y con ese ansia de ganar un anillo, puso rumbo a Detroit para lavar la cara de un equipo que lleva unos años en clara línea descendente. Y más que lavarle la cara, lo que hizo fue meterla en barro. Desde el primer momento no encajó en el sistema de los Pistons, y eso ha sido en gran parte lo que ha llevado a la franquicia de Detroit a estar luchando a día de hoy por meterse en playoffs como 8º clasificado.
Este ha sido, a grandes rasgos, su pasado. Pero ahora lo incierto es, ¿cuál es su futuro? Lo único claro es que este año acaba contrato y será agente libre, pero veo muy, muy difícil que uno de los pesos pesados de la NBA se atreva a ficharle. Puede que sea una buena opción para equipos que han perdido mucho público durante los últimos años, y que necesitan llenar los pabellones para sobrevivir a esta época de crisis. Porque, aunque parezca extraño, Iverson sigue desatando pasiones allá por donde pisa, y para ello solo tenemos que ofrecer el dato de que lleva muchos años seguidos siendo titular en el All Star, los últimos sin merecerlo (que haya sido él titular este año y que el otro A.I., Andre Iguodala, no haya sido ni convocado resulta más que chocante). Ya se han empezado a escuchar opciones como Memphis, o los Clippers, pero tampoco creo que se atrevan. Más que nada porque cortarían la progresión de sus jóvenes estrellas, OJ Mayo y Eric Gordon, jugadores cortados por el mismo patrón que Iverson y que disfrutarían de menos minutos si "the answer" aterrizara en alguno de estos equipos.
A pocos se nos escapa que el futuro de Iverson en la NBA está muy oscuro. A no ser que rebaje mucho su salario (y su soberbia) y fiche por uno de los grandes en su último intento por conseguir un anillo, parece que tendrá muy difícil volver a pisar una cancha americana como jugador. Pero, ¿y Europa? ¿Se habrán planteado los hermanos Angelopoulos traérselo al Olympiakos? En su día Kobe y LeBron admitieron que sería de locos rechazar una oferta de un club europeo que pagase 30 millones por temporada. Pero ellos pueden elegir. Es Iverson el que ahora mismo está en posición desventajosa, tiene que aferrarse a un clavo ardiendo para, en sus últimos coletazos como jugador, demostrar la magia que siempre ha llevado dentro. Y si el Olympiakos o el CSKA le ofrece un contrato multimillonario, no sería de extrañar verle jugar la Euroliga 2009-2010. Aún así, la posibilidad que veo más factible es la de que cuelgue las botas, y se una a los grandes genios de la historia de la NBA que se han retirado sin lograr un anillo (Stockton, Malone, Dominique Wilkins, George Gervin, Barkley, Reggie Miller...), porque para dar una mala imagen personal y colectiva, mejor que no vuelva. Y es que, como se dice en el argot militar, a veces una retirada a tiempo sabe a victoria.

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