BKBALL

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domingo, 15 de noviembre de 2009

Cuando una lengua larga no es señal de mano corta

Mucho ha pasado desde la última vez que escribí: el oro de España en el Eurobasket, el frustrado draft de Ricky, traspasos sonados como el de Shaq a los Cavaliers de LeBron, Carter a Orlando o Rasheed Wallace a los Celtics, el comienzo de una nueva temporada de la NBA en la que los favoritos no están fallando y destacan, en diferente sentido, el rendimiento de dos de los nuestros; el de Marc Gasol por positivo y el de Sergio Rodríguez por negativo y falta de minutos.
Sin embargo, después de estos meses, voy a centrarme en un detalle, un gesto simbólico, uno de tantos que tiene la NBA que para eso es muy cuidadosa. La gala para la inclusión de los nuevos miembros del Salón de la Fama dejó para la historia grandísimos momentos, como lo fueron los discursos de David Robinson, Stockton y, sobre todo, el de Michael Jordan. A sus 46 años dio toda una clase de elegancia e ironía, de agradecimientos y desafíos, de amor y de humanidad como demuestran sus lágrimas...
Habló sobre todo de cómo aquellas personas que no confiaban en él ponían leña en ese fuego que forjaba su competitivdad, de cómo sus entrenadores, compañeros, rivales, aficionados y hasta médicos le estimulaban con cualquier comentario o decisión que no creía justa. Todo eso le hacía querer ser no sólo mejor, sino el mejor. Estaba harto de que le dijeran que sí que era bueno, pero no tanto como Magic o Bird, y para ello tenía la necesidad imperiosa de ganar un anillo antes de que éstos se retirasen. Y llegó en el 91, cuando llevó a su equipo a ganar el campeonato por encima de los Lakers de Magic. Y desde entonces no paró: todas las temporadas que jugó completas con los Bulls las ganó, poniendo su broche de oro en aquel memorable sexto partido de las finales del 98 en Utah.
Como suele decirse, todos los órganos del cuerpo se cansan alguna vez, menos la lengua. Jordan dejó frases memorables en su discurso, demostró una vez más que su lengua sigue siendo temible. Y es que uno de los gestos que más caracterizaba al más grande de todos los tiempos era la fusión de su mirada asesina con la lengua fuera. Cuando Jordan sacaba la lengua, el rival sabía que no podría pararle. Es uno de esos gestos que indican que el deportista está motivado, como cuando Rafa Nadal celebra los puntos de esa manera tan peculiar o Alberto Contador se pone de pie en la bicicleta y empieza a escalar con una cadencia asombrosa: sus contrincantes ya saben que está todo perdido. Jordan tenía esa capacidad de superarse en los momentos más decisivos, y eso es precisamente lo que le ha hecho tan grande. Y esa competitivad ilimitada la demostró hasta en el discurso en su entrada al Hall of Fame. Si tenéis 23 minutos, no podéis dejar de ver el discurso íntegro que muestro bajo estas líneas.

domingo, 31 de mayo de 2009

"Va a ser legendario"

Para los seguidores de la serie "Como conocí a vuestra madre", esta coletilla es muy conocida. Uno de sus personajes más locos, Barney, la utiliza muy a menudo. Su amigo Ted siempre le dice que no debería ser tan liberal con la palabra legendario, ya que Barney la emplea para casi cualquier situación.
Para los que no vean la serie, se la recomiendo encarecidamente: es la mejor serie de humor que he visto desde que acabó Friends. Además, en España parece tener seguidores muy importantes, como los redactores de Marca y los productores de Telecinco. Estos periodistas "objetivos" están utilizando la palabra 'leyenda' con una facilidad asombrosa, y provocan en su audiencia el mismo efecto que provoca Barney en la serie: la risa. O, al menos, me la provoca a mí.
La Real Academia de la Lengua define la palabra leyenda como "persona cuyas hazañas se consideran irrepetibles e inalcanzables". Es decir, es una palabra que se debería utilizar con cierta precaución, no se puede ir calificando de leyenda al hombre del tiempo que acierta su predicción 2 días seguidos ni al funcionario que hizo horas extra para ir adelantando trabajo, aunque ambas puedan resultar irrepetibles e inalcanzables para algunas personas.
Vayamos al lío: ayer el diario Marca titulaba su crónica del segundo partido de la final entre Lakers y Magic con la desacertadísima frase "Pau Gasol se convierte en leyenda". No creo ni que haya lugar a debate: Pau Gasol no es una leyenda, y probablemente no lo sea nunca. Si un jugador se convierte en leyenda por jugar bien la prórroga del segundo partido de las finales... ¿cómo definirían los amigos del Marca a los grandes jugadores de la historia de la NBA? ¿Se puede definir a alguien como leyenda simplemente por ser español y triunfar en el deporte americano?
La situación es más grave de lo que parece. Marca es el diario más leído en España, y con frases así no hacen más que engañar a sus lectores. Muchos lectores que sólo siguen la NBA porque jueguen unos cuantos españoles, verán a Gasol como un jugador muy, muy sobrevalorado, y probablemente no conozcan a Robert Horry, jugador que se retiró el año pasado después de ganar 7 anillos con tres equipos diferentes. Por no nombrar a Bill Russell, a quien no le caben los anillos en las manos; Wilt Chamberlain, que hizo mucho más que anotar 100 puntos en un partido; Kareem Abdul Jabbar, máximo anotador y taponador de la historia, seis anillos de campeón y 19 all stars le contemplan; Magic Johnson, un revolucionador del playmaker que consiguió 5 anillos; y por supuesto Michael Jordan, simplemente el mejor deportista de todos los tiempos.
¿Verdad que a estos jugadores no choca verles precedidos de la palabra 'leyenda'? ¿Alguien cree que dentro de 50 años alguien va a acordarse de Gasol como aquella leyenda que jugó una gran prórroga en el segundo partido de las finales de 2009? No hace falta ni responder. Gasol pasará a la historia como un gran jugador, pero sólo eso. Sus logros no van a ser irrepetibles ni inalcanzables, y no estoy negando que lo que ha conseguido hasta ahora sea un gran mérito para un español. Pero tenemos que comprender que el mundo es más grande que España, y valorar a los jugadores y sus hechos con el tiempo.
Tres cuartos de lo mismo se puede decir de Telecinco y su famosa campaña para la Copa Confederaciones. Se atreven a calificar a la selección española de fútbol como "La Leyenda Roja". Poca gente se alegró más que yo cuando la selección se proclamó campeona de Europa el pasado mes de junio, pero sólo ha sido eso: una Eurocopa, la segunda de toda su historia. Hubiese sido una leyenda que la ganase Malta, o las Islas Feroe... pero que la gane España es bastante normal. Los periodistas de Telecinco y Marca no deberían disfrazarse de Barney a la hora de trabajar, aunque muchos deberíamos "aprender" de él en cuanto a su forma de vida, pero sus lectores deben ejercer el papel de Ted y decirles que sean más comedidos con sus palabras. Por cierto, hoy he planchado la primera camisa de mi vida. Sin duda, ha sido legendario.

viernes, 22 de mayo de 2009

Dudas para el draft, verano movidito

Pocos ganadores ha dejado la lotería del draft. En un año en el que sólo parece haber 2 grandes jugadores en el draft (Hasheem Thabeet será un Dalembert más de la liga, aunque ojalá me equivoque), la lotería del draft deja más dudas que alegrías. Más allá de que franquicias como los Wizards o los Kings fueran los grandes perdedores, ya que sus desastrosas temporadas no van a servir ni para escoger a una joven estrella en el draft del 25 de junio, los tres mejores posicionados de la lotería tendrán que moverse más de la cuenta para tener una plantilla compensada.
Los Clippers ya lo han anunciado, van a seleccionar a Blake Griffin, el que promete ser un power forward dominador en la NBA en un plazo medio, ya que es capaz de anotar, creándose su propio tiro, es rápido, atlético y reobteador. Pero, si eligen al jugador de Oklahoma State, habrá un considerable overbooking de jugadores interiores en la franquicia pobre de Los Ángeles: Zach Randolph, Kaman, Camby, el propio Griffin... alguien sobra ahí. Mike Dunleavy tendrá que moverse con mucha agilidad para quitarse de encima a uno de ellos, lo más lógico sería Camby, pero lo que no está tan claro es que le ofrezcan una pieza de cambio interesante.
La otra opción, menos probable e igual de liosa, es la de que elijan a nuestra perlita, al que los analistas ya señalan como el jugador del draft más experimentado y como el mejor talento que ha venido nunca desde Europa. Palabras mayores para nuestro Ricky Rubio, aunque viendo la soltura con la que dirige al DKV en los momentos decisivos de los competitivos playoffs de la ACB, seguro que terminará dando la razón a los más optimistas, aunque no es muy positivo para él haber generado tantas expectativas. Y es que, parece evidente que el base estrella de los Clippers, Baron Davis, no está contento con Dunleavy y quiere marcharse, por lo que, si sacan algún buen refuerzo exterior como recambio de los jóvenes Thornton y Eric Gordon en un traspaso, Ricky tendría una oportunidad única de repartirse los minutos con Mike Taylor y disponer de minutos de calidad desde su temporada de rookie.
Parece lógico que la opción de los Clippers es mucho más atractiva para Ricky que la de Memphis u Oklahoma, que tienen en Conley y Westbrook dos jóvenes valores que están forjando como bases de futuro, y ahí Ricky llegaría a estorbar. Además, en los Clippers Ricky tendría un maestro de lujo, que no es otro que Sam Cassell, que ha fichado como asistente después de haberse retirado como jugador hace días. Además, todos sabemos que no es lo mismo ir a una ciudad como Los Ángeles, con todo el glamour y la grandiosidad que representa, que ir a ciudades tristonas como Memphis u Oklahoma.
Por lo tanto, Ricky Rubio debe tomar una decisión muy meditada: ¿le vale la pena ir a la NBA este año, con la elevadísima cláusula que tendría que pagarle al DKV, para jugar en un equipo mediocre y sin objetivos claros como los Grizzlies o los Thunder? Los hay quienes piensan que lo mejor sería que Ricky se borrara de este draft, que sea paciente y que espere al año que viene para dar el salto a un equipo que le convenga más, pagándole menos al DKV y con un año más de formación en la ACB. Además, la próxima generación de rookies tampoco promete ser arrolladora, por lo que seguro que Ricky tendría asegurado volver a estar entre los tres primeros. Yo soy de los que piensan así. O Clippers (o en su caso, a otro equipo mediante los famosos traspasos en la noche del draft), o nada. No debe obcecarse con ir este año a la NBA: la ilusión despierta el empeño, pero la paciencia lo termina.

jueves, 14 de mayo de 2009

Unos barren, otros recogen, otros lavan su imagen...

De eso están yendo los playoffs; de barrer, recoger y lavar. Y, aunque en la vida cotidiana tengan significados similares, en el mundo del baloncesto tienen connotaciones totalmente opuestas. LeBron y sus Cavaliers han barrido a sus dos oponentes, Detroit y Atlanta, muy diferentes entre sí, pero que se han ido a casa con el mismo resultado: 4-0, como dicen en Estados Unidos, un "sweep" (vamos, que han sido barridos).
Lo verdaderamente increíble es cómo han ganado sus partidos el equipo de Cleveland. Los ocho partidos por más de 10 puntos, dando espectáculo, anotando desde dentro, desde fuera, al contraataque, en estático... en definitiva, una máquina de hacer baloncesto. Liderado por "el elegido", que por fin ha conseguido su primer y merecidísimo MVP, y con unos geniales Mo Williams, Delonte West y Szczerbiak por fuera y el trabajo sucio, pero necesario, de Varejao, Ilgauskas y Joe Smith, han conseguido ese equilibrio perfecto que caracteriza a los equipos campeones.
Y, lo que es más sintomático, es la piña que han creado. Pequeños gestos como los shows que montan antes de los partidos, incluso involucrando al público, o cómo se celebran las jugadas más espectaculares desde el banquillo, del que saltan todos los suplentes como locos, crean ese ambiente especial que debería reinar en todos los equipos de la NBA. Y es que eso es la mejor liga de baloncesto del mundo, una perfecta conjugación de calidad y del show business, un espectáculo que siempre sale con más brío cuando las cosas van bien, y en Ohio no pueden estar yendo mejor.


Y si por Ohio están barriendo, en Texas están ya de recogida. Los ya clásicos (por no decir aburridos) Spurs cayeron con estrépito en primera ronda contra sus vecinos de Dallas, poniendo por fin punto y final a un brillante ciclo en el que el maestro Popovich y sus 12 apóstoles consiguieron cuatro anillos en ocho años. Para ser justos, la lesión de Ginóbili, el único jugador capaz de marcar la diferencia en un equipo que ha dependido demasiado de Duncan durante tanto tiempo y que se aferra a las genialidades de Parker para ir ganando partidos, ha sido determinante. Pocos recursos para unos playoffs.
Poco le duró la alegría a Dallas Mavericks, otra franquicia tejana. Tras pasar por encima de los Spurs, se toparon con el equipo más en forma de la actualidad en la conferencia oeste, los Nuggets, que, con polémica en el tercer partido inclusive, fueron capaces de solventar sin problemas la eliminatoria. Así, la estrella alemana de los Mavericks, Dirk Nowitzki, que ha vuelto a estar (en mi opinión, de forma inmerecida) en el quinteto ideal de la temporada, vuelve a hacer las maletas en segunda ronda: Mark Cuban debe planificar mejor la temporada que viene, comenzando por un cambio de entrenador; Carlisle no se ajusta a la filosofía de Dallas.
El último equipo tejano que, no está de recogida, pero está ya yendo al trastero a por las maletas, es Houston Rockets. Si al equipo liderado por Mcgrady y Yao Ming, le faltan Mcgrady y Yao Ming... poco se les puede pedir. Ya ha sido bastante hazaña haberle ganado dos partidos a los poderosos (y cansados) Lakers, pero el gran esfuerzo de Artest, Brooks, Battier o Scola no creo que sea suficiente. Aún así, poco se les puede reprochar.
Por último, ha habido un equipo que ya he mencionado, los Nuggets, que este año han lavado su imagen. Una imagen de perdedores, de eternas promesas, de equipo incapaz de ser competitivo en los momentos clave. No sólo han quedado segundos en la temporada regular, sino que están dando una imagen muy parecida a la de los Cavaliers en el este, tanto por sus claros resultados (4-1 ante Hornets y Mavericks) como por su vistoso baloncesto a ambos lados de la cancha. Nadie duda que la llegada de Billups, que supuso también la necesaria marcha de Iverson, ha supuesto una mejora muy notable en el conjunto de George Karl, que ha conseguido por fin un base de primer nivel, dejando también más minutos para su joven estrella J.R. Smith y más libertad para Carmelo Anthony.
Los Nuggets ya esperan rival en la final de la conferencia oeste, que serán con toda probabilidad Los Ángeles Lakers. Lo mismo hacen los Cavaliers, que deberán superar su primera eliminatoria de alto nivel competitivo, ya sea contra Boston o contra Orlando. Yo, desde el salón de mi casa, sueño con una final entre Cleveland y Denver, con el esperado duelo entre LeBron y Carmelo. Esto supondría el triunfo del draft de 2003, el que muchos consideran el mejor de la historia, yo entre ellos. Y es que sus dos máximas estrellas, con el permiso de Dwayne Wade, podrían protagonizar un cara a cara en unas finales de la NBA que probablemente no se haya visto desde los duelos de Jordan contra Malone.

jueves, 30 de abril de 2009

Unos miuras difíciles de torear

Si antes de que empezaran los playoffs nos preguntan que cuál creemos que va a ser la eliminatoria más bonita e igualada, pocos hubiésemos pensado que sería la que estamos viviendo entre Boston y Chicago. Los todopoderosos Celtics, vigentes campeones de la NBA, que se han visto mermados por la baja de Garnett, se han topado con unos correosos Bulls, que han puesto contra las cuerdas al segundo mejor equipo de la conferencia este.
Con decir que ha habido cuatro prórrogas en los cinco partidos que se han jugado hasta el momento, queda patente la emoción e intensidad con la que la eliminatoria ha ido tomando su cauce. Y, lo más espectacular de una eliminatoria de por sí apasionante, está siendo el grandísimo duelo entre dos jóvenes bases que están demostrando que están sobradamente preparados para liderar un equipo de primer nivel. Se ha hablado mucho de Chris Paul y de Deron Williams, a día de hoy los mejores bases de la NBA, pero son también a día de hoy dos bases que verán lo que resta de playoffs desde su casa, ya que sus equipos han sido claramente barridos en esta primera ronda.
El espectacular rendimiento de Rondo se está viendo ensombrecido por el épico juego de los Bulls, pero no podemos dejar de comentar sus estadísticas. Habiéndose jugado ya 5 partidos, sus promedios son un escándalo: 24 puntos, 10 rebotes y 10 asistencias. Sí, para los que no se lo esperaban, lleva una media de triple doble, sin nada que envidiarle a los actuales LeBron James o Kobe Bryant, ni a los míticos Magic Johnson u Oscar Robertson. El base de los Celtics forma parte de una oleada de jóvenes bases que basan su juego en su poderío físico, pero que también dan dosis de espectáculo con sus asistencias y sus contraataques. El propio Derrick Rose, Devin Harris o nuestro José Manuel Calderón, forman parte de este moderno corte de base. Por seguir viendo el duelo entre Rondo y Rose, acompañados por los jugadores que deciden partidos (Allen, Pierce o Ben Gordon), me gustaría que esta eliminatoria no llegase nunca a su fin.
Rondo ha sido quien ha dado un paso al frente con la lesión de Garnett, al que seguro echa de menos. Cuando Garnett y Rondo coincidían en pista, todo era mucho más fácil. Sus constantes 2 para 2, dentro-fuera y sus llamativos alleyoops ponían en pie al Boston Garden, y han ayudado a que Rondo se haga un nombre entre los mejores de la liga. Lo único en lo que puede mejorar es en el tiro exterior, y no dudo que más pronto que tarde se consagrará como un tirador fiable de larga distancia, como lo ha hecho el propio Calderón. Y es que el ex base de Kentucky penetra, asiste, dribla y corre como los mejores bases de la liga. Como ya publiqué hace poco, Rondo fue una elección muy baja del draft de Phoenix Suns, equipo al que no le vendría mal un relevo generacional en el puesto de base, ya que pocos años de buen baloncesto le quedan al maestro Steve Nash. Un relevo generacional que queda plasmado en un impresionante crossover con bandeja incluida ante el que iba a ser su mentor.

lunes, 20 de abril de 2009

Un superhéore inesperado y un triángulo sin su hipotenusa

Acabados los primeros partidos de la post-season, la principal conclusión que el aficionado saca es que ha habido demasiadas sorpresas. Y es que, de los 8 cabezas de serie, únicamente 4 lograron ganar su primer partido en casa.
En mi última entrada hablé sobre que llegó la hora de los superhéroes, pero se me olvidó uno que nadie esperaba, uno escondido entre jugadores de nivel medio que ha convertido a Philadelphia, la ciudad del amor eterno, en la ciudad de la esperanza sin límites. André Iguodala, que, salvando las distancias, es el jugador más parecido a LeBron James en cuanto a físico, calidad y liderazgo de su equipo, dio la victoria a los Sixers en casa de los temidos Magic de Dwight Howard... que han pasado simplemente a ser los Orlando Magic del temible Dwight Howard.
El último minuto de Iguodala fue realmente de película, en la que el personaje "bueno" parece alejarse cada vez más de su objetivo, pero, como en todas las películas americanas, mientras más lejos parece el triunfo, más se esfuerza el protagonista para escribir el mejor final posible de un guión original. Su equipo perdía de uno a falta de un minuto, y él entró a canasta con la fuerza que le caracteriza y forzó la falta: 2 tiros libres, iba a poner a su equipo por delante. Pero le pudo la presión, le tembló la muñeca... falló ambos. En la siguiente jugada, mate espectacular de Howard para poner 3 arriba a su equipo. El partido parecía sentenciado.
¿En cuántas películas hemos visto que aparece una ayuda extra de un personaje secundario, casi marginal, para levantar al protagonista herido, caído sobre el polvo? En muchas. Iguodala volvió a tomar la responsabilidad, y se jugó un triple muy forzado que salió disparado del aro. Pero, milagorsamente el balón llegó a las manos de Donyell Marshall, el veterano jugador nº 12 de los Sixers. Enchufó un triple, empató el partido, y, lo que fue más importante, volvió a darle alas al que merecía ser protagonista de una noche inolvidable, un Iguodala que tendría el balón del partido en sus manos.
8,7,6,5,4... El reloj de posesión no paraba. ¿Cuántas veces habrá soñado Iguodala con emular a Jordan en las finales del 98? Este era su día, se vistió con el 23 de los Bulls y encaró a Turkoglu, que le defendió bastante mejor que Bryon Russel a MJ. Aclarado para Iguodala, da una lección de bote, se la pasa entre las piernas pero no deja atrás al turco. Fade away con la mano de Turkoglu sobre su cara... y el balón que besa la red casi milagrosamente. El Amyway Arena enmudeció, y Turkoglu falló el último triple a la desesperada. Un final feliz para un joven héroe que no ha hecho más que protagonizar la primera película de una saga que promete durar muchos años. Ya avisó contra los Lakers en temporada regular, y, como suele decirse, el que avisa no es traidor; en este caso es un héroe.
No se me pasa por alto la victoria de los Bulls en casa de Boston Celtics. Un genial Derrick Rose, galardonado ya con el premio al mejor Rookie del año, acabó con los poderosos Celtics del laureado Big Three. Pero a este triángulo de oro le faltaba su pieza base, su jugador más carismático, el mejor defensa de la temporada pasada de la NBA, el MVP de hace 3 años... en definitiva, el jugador que ha cambiado el rumbo de los tambaleantes Celtics en los últimos años. Kevin Garnett no es sólo un gran jugador, es el alma de cualquier equipo en el que juegue, por su intensidad y extremada competitividad.
El teorema de Pitágoras denomina al lado de mayor longitud de un triángulo la hipotenusa, y, en este triángulo de estrellas que existe en Massachussets, el lado más largo, el que más se deja ver es KG. No quiero decir con esto que Ray Allen y Pierce sean los catetos, pero no son capaces de cubrir por sí solos las carencias que la ausencia de Garnett deja en su equipo. ¿Serán capaces los vigentes campeones de levantar la eliminatoria contra los Baby-Bulls? Yo diría que sí, pero a la baja de The Big Ticket se suma la de otro power forward, Leon Powe, lo que complica aún más las cosas para los Celtics. Allen y, sobre todo Pierce, deben dar un paso al frente y ponerse a su equipo sobre sus espaldas para tratar de suplir al insustituible Garnett, que no parece tan importante hasta que lo dejas de ver vestido de corto.

sábado, 11 de abril de 2009

Llegó la hora de los superhéroes: King James

No me gusta caer en tópicos, pero hoy voy a recurrir a uno muy manido: la primavera la sangre altera. En los seres humanos ordinarios se desatan las hormonas con el calor, pero los seres superiores afrontan la última subida a la montaña, en la que deben superar a los villanos y a los fenómenos sobrenaturales para salvar el mundo y quedarse con la chica.
Lo mismo ocurre en la NBA. En abril llegan los playoffs, y la sangre de los jugadores extraordinarios fluye de manera diferente, su corazón bombea con mayor fuerza para desplegar sus superpoderes sobre el parquet. Llegó su momento. Los LeBron James, Kobe Bryant, Dwayne Wade, Dwight Howard, el Big Three de los Celtics, Brandon Roy, Tim Duncan, Deron Williams, Dirk Nowitzki... se visten con ropa ceñida y capa para ponerse su equipo a sus espaldas.
Es posible que la sangre más alterada sea la de LeBron James, al que apodan King, es decir, el rey. Y si se suele decir que los príncipes tienen sangre azul, la del Rey también debe ser diferente. Yo creo que la sangre de LeBron es distinta. Sólo así se puede comprender que un alero que pesa casi 115 kilos domine todas las facetas del juego, y haya sido capaz de llevar a un equipo de dinámica perdedora a unas finales de la NBA con 22 'tiernos' años, y que dos años después llevara a ese mismo equipo a ser el mejor de la regular season y convertirse, merecidamente (promediando 28 puntos, 7 rebotes y 7 asistencias), en el MVP más joven de la historia.
Los playoffs de 2007 serán siempre recordados por una súper hazaña, en la que este superhéroe acabó con sus propias manos con una tiranía, la de aquellos rácanos pero efectivos Pistons de los que hoy sólo queda una ligera sombra. Todo hacía presagiar que se repetiría la final de dos años antes, un tedioso Detroit - San Antonio, pero ahí llegó un joven adalid para conquistar el Palace de Auburn Hills. Ese día, LeBron James anotó los últimos 25 puntos de Cleveland, contando el último cuarto y las 2 prórrogas que, por supuesto, forzó él mismo. En aquel quinto partido de las finales del este, más que nunca, el Rey parecía tener súper poderes, los de derribar muros de acero y volar hacia la canasta por encima de la defensa más sólida de la NBA.
Los Spurs barrieron luego a los Cavaliers en las finales, pero no importó, ese año se demostró que los expertos no se equivocaron al designar al 23 de Cleveland como 'El Elegido'. Desde entonces, la franquicia de Ohio ha ido rodeando a su estrella de aguerridos combatientes, de fieles guerreros que secundan a la perfección la labor de su jefe. Y este verano, con la llegada de Mo Williams, por fin se ha encontrado la pieza que otorgase un salto de calidad a los Cavaliers. Dany Ferry encontró al escudero perfecto para que su equipo fuese lo suficientemente competitivo como para luchar de poder a poder contra un equipo del oeste en las finales de la NBA. A los Cavaliers ya sólo les falta un jugador interior que aporte más puntos en la pintura, y ya serán un equipo totalmente equilibrado.
Sin embargo, todos sabemos que a cada héroe le corresponde una debilidad. Conocemos la kriptonita de Superman, el talón de Aquiles... y la de LeBron este año ha sido Los Ángeles Lakers. El equipo de Kobe y Gasol es el único que no conoce la derrota ante los Cavaliers esta temporada, y, si se cumplen las expecativas, este mes de junio veremos una espectacular final entre estos dos equipos. Pero, para eso están las debilidades, si un héroe no es vulnerable a algo, pierde su gracia: sin debilidad no hay heroicidad. Por eso, LeBron y sus escuderos tratarán de escribir la enésima historia del superhéroe con final feliz, pero, esta vez sin salvar al mundo ni conquistar a la chica, sino para reinar en la NBA y conquistar el anillo de campeón.