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domingo, 31 de mayo de 2009

"Va a ser legendario"

Para los seguidores de la serie "Como conocí a vuestra madre", esta coletilla es muy conocida. Uno de sus personajes más locos, Barney, la utiliza muy a menudo. Su amigo Ted siempre le dice que no debería ser tan liberal con la palabra legendario, ya que Barney la emplea para casi cualquier situación.
Para los que no vean la serie, se la recomiendo encarecidamente: es la mejor serie de humor que he visto desde que acabó Friends. Además, en España parece tener seguidores muy importantes, como los redactores de Marca y los productores de Telecinco. Estos periodistas "objetivos" están utilizando la palabra 'leyenda' con una facilidad asombrosa, y provocan en su audiencia el mismo efecto que provoca Barney en la serie: la risa. O, al menos, me la provoca a mí.
La Real Academia de la Lengua define la palabra leyenda como "persona cuyas hazañas se consideran irrepetibles e inalcanzables". Es decir, es una palabra que se debería utilizar con cierta precaución, no se puede ir calificando de leyenda al hombre del tiempo que acierta su predicción 2 días seguidos ni al funcionario que hizo horas extra para ir adelantando trabajo, aunque ambas puedan resultar irrepetibles e inalcanzables para algunas personas.
Vayamos al lío: ayer el diario Marca titulaba su crónica del segundo partido de la final entre Lakers y Magic con la desacertadísima frase "Pau Gasol se convierte en leyenda". No creo ni que haya lugar a debate: Pau Gasol no es una leyenda, y probablemente no lo sea nunca. Si un jugador se convierte en leyenda por jugar bien la prórroga del segundo partido de las finales... ¿cómo definirían los amigos del Marca a los grandes jugadores de la historia de la NBA? ¿Se puede definir a alguien como leyenda simplemente por ser español y triunfar en el deporte americano?
La situación es más grave de lo que parece. Marca es el diario más leído en España, y con frases así no hacen más que engañar a sus lectores. Muchos lectores que sólo siguen la NBA porque jueguen unos cuantos españoles, verán a Gasol como un jugador muy, muy sobrevalorado, y probablemente no conozcan a Robert Horry, jugador que se retiró el año pasado después de ganar 7 anillos con tres equipos diferentes. Por no nombrar a Bill Russell, a quien no le caben los anillos en las manos; Wilt Chamberlain, que hizo mucho más que anotar 100 puntos en un partido; Kareem Abdul Jabbar, máximo anotador y taponador de la historia, seis anillos de campeón y 19 all stars le contemplan; Magic Johnson, un revolucionador del playmaker que consiguió 5 anillos; y por supuesto Michael Jordan, simplemente el mejor deportista de todos los tiempos.
¿Verdad que a estos jugadores no choca verles precedidos de la palabra 'leyenda'? ¿Alguien cree que dentro de 50 años alguien va a acordarse de Gasol como aquella leyenda que jugó una gran prórroga en el segundo partido de las finales de 2009? No hace falta ni responder. Gasol pasará a la historia como un gran jugador, pero sólo eso. Sus logros no van a ser irrepetibles ni inalcanzables, y no estoy negando que lo que ha conseguido hasta ahora sea un gran mérito para un español. Pero tenemos que comprender que el mundo es más grande que España, y valorar a los jugadores y sus hechos con el tiempo.
Tres cuartos de lo mismo se puede decir de Telecinco y su famosa campaña para la Copa Confederaciones. Se atreven a calificar a la selección española de fútbol como "La Leyenda Roja". Poca gente se alegró más que yo cuando la selección se proclamó campeona de Europa el pasado mes de junio, pero sólo ha sido eso: una Eurocopa, la segunda de toda su historia. Hubiese sido una leyenda que la ganase Malta, o las Islas Feroe... pero que la gane España es bastante normal. Los periodistas de Telecinco y Marca no deberían disfrazarse de Barney a la hora de trabajar, aunque muchos deberíamos "aprender" de él en cuanto a su forma de vida, pero sus lectores deben ejercer el papel de Ted y decirles que sean más comedidos con sus palabras. Por cierto, hoy he planchado la primera camisa de mi vida. Sin duda, ha sido legendario.

viernes, 22 de mayo de 2009

Dudas para el draft, verano movidito

Pocos ganadores ha dejado la lotería del draft. En un año en el que sólo parece haber 2 grandes jugadores en el draft (Hasheem Thabeet será un Dalembert más de la liga, aunque ojalá me equivoque), la lotería del draft deja más dudas que alegrías. Más allá de que franquicias como los Wizards o los Kings fueran los grandes perdedores, ya que sus desastrosas temporadas no van a servir ni para escoger a una joven estrella en el draft del 25 de junio, los tres mejores posicionados de la lotería tendrán que moverse más de la cuenta para tener una plantilla compensada.
Los Clippers ya lo han anunciado, van a seleccionar a Blake Griffin, el que promete ser un power forward dominador en la NBA en un plazo medio, ya que es capaz de anotar, creándose su propio tiro, es rápido, atlético y reobteador. Pero, si eligen al jugador de Oklahoma State, habrá un considerable overbooking de jugadores interiores en la franquicia pobre de Los Ángeles: Zach Randolph, Kaman, Camby, el propio Griffin... alguien sobra ahí. Mike Dunleavy tendrá que moverse con mucha agilidad para quitarse de encima a uno de ellos, lo más lógico sería Camby, pero lo que no está tan claro es que le ofrezcan una pieza de cambio interesante.
La otra opción, menos probable e igual de liosa, es la de que elijan a nuestra perlita, al que los analistas ya señalan como el jugador del draft más experimentado y como el mejor talento que ha venido nunca desde Europa. Palabras mayores para nuestro Ricky Rubio, aunque viendo la soltura con la que dirige al DKV en los momentos decisivos de los competitivos playoffs de la ACB, seguro que terminará dando la razón a los más optimistas, aunque no es muy positivo para él haber generado tantas expectativas. Y es que, parece evidente que el base estrella de los Clippers, Baron Davis, no está contento con Dunleavy y quiere marcharse, por lo que, si sacan algún buen refuerzo exterior como recambio de los jóvenes Thornton y Eric Gordon en un traspaso, Ricky tendría una oportunidad única de repartirse los minutos con Mike Taylor y disponer de minutos de calidad desde su temporada de rookie.
Parece lógico que la opción de los Clippers es mucho más atractiva para Ricky que la de Memphis u Oklahoma, que tienen en Conley y Westbrook dos jóvenes valores que están forjando como bases de futuro, y ahí Ricky llegaría a estorbar. Además, en los Clippers Ricky tendría un maestro de lujo, que no es otro que Sam Cassell, que ha fichado como asistente después de haberse retirado como jugador hace días. Además, todos sabemos que no es lo mismo ir a una ciudad como Los Ángeles, con todo el glamour y la grandiosidad que representa, que ir a ciudades tristonas como Memphis u Oklahoma.
Por lo tanto, Ricky Rubio debe tomar una decisión muy meditada: ¿le vale la pena ir a la NBA este año, con la elevadísima cláusula que tendría que pagarle al DKV, para jugar en un equipo mediocre y sin objetivos claros como los Grizzlies o los Thunder? Los hay quienes piensan que lo mejor sería que Ricky se borrara de este draft, que sea paciente y que espere al año que viene para dar el salto a un equipo que le convenga más, pagándole menos al DKV y con un año más de formación en la ACB. Además, la próxima generación de rookies tampoco promete ser arrolladora, por lo que seguro que Ricky tendría asegurado volver a estar entre los tres primeros. Yo soy de los que piensan así. O Clippers (o en su caso, a otro equipo mediante los famosos traspasos en la noche del draft), o nada. No debe obcecarse con ir este año a la NBA: la ilusión despierta el empeño, pero la paciencia lo termina.

jueves, 14 de mayo de 2009

Unos barren, otros recogen, otros lavan su imagen...

De eso están yendo los playoffs; de barrer, recoger y lavar. Y, aunque en la vida cotidiana tengan significados similares, en el mundo del baloncesto tienen connotaciones totalmente opuestas. LeBron y sus Cavaliers han barrido a sus dos oponentes, Detroit y Atlanta, muy diferentes entre sí, pero que se han ido a casa con el mismo resultado: 4-0, como dicen en Estados Unidos, un "sweep" (vamos, que han sido barridos).
Lo verdaderamente increíble es cómo han ganado sus partidos el equipo de Cleveland. Los ocho partidos por más de 10 puntos, dando espectáculo, anotando desde dentro, desde fuera, al contraataque, en estático... en definitiva, una máquina de hacer baloncesto. Liderado por "el elegido", que por fin ha conseguido su primer y merecidísimo MVP, y con unos geniales Mo Williams, Delonte West y Szczerbiak por fuera y el trabajo sucio, pero necesario, de Varejao, Ilgauskas y Joe Smith, han conseguido ese equilibrio perfecto que caracteriza a los equipos campeones.
Y, lo que es más sintomático, es la piña que han creado. Pequeños gestos como los shows que montan antes de los partidos, incluso involucrando al público, o cómo se celebran las jugadas más espectaculares desde el banquillo, del que saltan todos los suplentes como locos, crean ese ambiente especial que debería reinar en todos los equipos de la NBA. Y es que eso es la mejor liga de baloncesto del mundo, una perfecta conjugación de calidad y del show business, un espectáculo que siempre sale con más brío cuando las cosas van bien, y en Ohio no pueden estar yendo mejor.


Y si por Ohio están barriendo, en Texas están ya de recogida. Los ya clásicos (por no decir aburridos) Spurs cayeron con estrépito en primera ronda contra sus vecinos de Dallas, poniendo por fin punto y final a un brillante ciclo en el que el maestro Popovich y sus 12 apóstoles consiguieron cuatro anillos en ocho años. Para ser justos, la lesión de Ginóbili, el único jugador capaz de marcar la diferencia en un equipo que ha dependido demasiado de Duncan durante tanto tiempo y que se aferra a las genialidades de Parker para ir ganando partidos, ha sido determinante. Pocos recursos para unos playoffs.
Poco le duró la alegría a Dallas Mavericks, otra franquicia tejana. Tras pasar por encima de los Spurs, se toparon con el equipo más en forma de la actualidad en la conferencia oeste, los Nuggets, que, con polémica en el tercer partido inclusive, fueron capaces de solventar sin problemas la eliminatoria. Así, la estrella alemana de los Mavericks, Dirk Nowitzki, que ha vuelto a estar (en mi opinión, de forma inmerecida) en el quinteto ideal de la temporada, vuelve a hacer las maletas en segunda ronda: Mark Cuban debe planificar mejor la temporada que viene, comenzando por un cambio de entrenador; Carlisle no se ajusta a la filosofía de Dallas.
El último equipo tejano que, no está de recogida, pero está ya yendo al trastero a por las maletas, es Houston Rockets. Si al equipo liderado por Mcgrady y Yao Ming, le faltan Mcgrady y Yao Ming... poco se les puede pedir. Ya ha sido bastante hazaña haberle ganado dos partidos a los poderosos (y cansados) Lakers, pero el gran esfuerzo de Artest, Brooks, Battier o Scola no creo que sea suficiente. Aún así, poco se les puede reprochar.
Por último, ha habido un equipo que ya he mencionado, los Nuggets, que este año han lavado su imagen. Una imagen de perdedores, de eternas promesas, de equipo incapaz de ser competitivo en los momentos clave. No sólo han quedado segundos en la temporada regular, sino que están dando una imagen muy parecida a la de los Cavaliers en el este, tanto por sus claros resultados (4-1 ante Hornets y Mavericks) como por su vistoso baloncesto a ambos lados de la cancha. Nadie duda que la llegada de Billups, que supuso también la necesaria marcha de Iverson, ha supuesto una mejora muy notable en el conjunto de George Karl, que ha conseguido por fin un base de primer nivel, dejando también más minutos para su joven estrella J.R. Smith y más libertad para Carmelo Anthony.
Los Nuggets ya esperan rival en la final de la conferencia oeste, que serán con toda probabilidad Los Ángeles Lakers. Lo mismo hacen los Cavaliers, que deberán superar su primera eliminatoria de alto nivel competitivo, ya sea contra Boston o contra Orlando. Yo, desde el salón de mi casa, sueño con una final entre Cleveland y Denver, con el esperado duelo entre LeBron y Carmelo. Esto supondría el triunfo del draft de 2003, el que muchos consideran el mejor de la historia, yo entre ellos. Y es que sus dos máximas estrellas, con el permiso de Dwayne Wade, podrían protagonizar un cara a cara en unas finales de la NBA que probablemente no se haya visto desde los duelos de Jordan contra Malone.